miércoles, 1 de diciembre de 2010

Istambul (Prologo)

El neon alumbra la mercancia que cubre las aceras, el claxon de los vehiculos es un dialecto más con el cual conversar en la distancia. Se respira un caos cargado de coherencia. Antigua Constantinopla Reina de las Ciudades, cuna de civilizaciones y unión de Europa y Asia. Estambul

Estamos en Estambul una ciuda viva donde cada calle y cada metro es una lucha constante por sobrevivir a los actos de compra-venta. Estambul ciudad de mercaderes encara el siglo XXI enfrentandose a una sociedad estupida. La sal, el aceite, las pieles, las sedas, etc. han dado paso a las copias y las replicas para gozo y disfrute de una sociedad que necesita estar identificada, encasillada, codificada. Una sociedad sin valores que se sustenta en el consumo exacerbado de todo aquello que se identifique con el nuevo “Dorado”. Hemos cambiado el oro por bolsos, las sedas por relojes, bufandas y camisetas todo ello fiel copia de un original exorbitantemente caro que identifica a una determinada clase social (carente de clase) a la que se desea y envidia pero que cuesta reconocer.

La estupidez humana se delata asi misma autoengañandose y generando extrañas coartadas para defender y justificar lo que hace con agrado. Comprar lujo a precios baratos, o no tan baratos. Estambul como siempre reacciono bien y se enfrento a todo un clasico “los chinos”, sus bolsos, sus relojes, su ropa, etc. son replicas fieles del original (o eso dicen) ¿pueden los chinos decir lo mismo? Seguramente si.

Pero en Estambul hay algo más, el olor del tabaco aromatico de sus “narguiles”, el sabor de sus tes, la consistencia de sus cafes, la textura de sus Kebabs, su yogur liquido, sus quesos; meros aperitivos de su plato fuerte Santa Sofia, la mezquita Solimán, la mezquita Azul, Topkapi, la Cisterna, Galata, San Salvador de Chora.

Decir mercado es hablar de Estambul. Podemos comprar 100 gramos de curry, un diamante, o la mejor falsificación que te imagines, sin recorrer 100 metros, siendo testigo del secreto de Turquia, el mejor guardado por sus gobernantes, de aquello de lo que nadie habla, “Su Gente”. Son el mejor activo, dan y administran la vida a una ciudad maravillosa, en donde se convierten en actores de primer nivel y nosotros en unos simples secundarios.

(...)“Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.Han tomado la extraña resolución de ser razonables.Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. (...)


Jorge Luís Borges.