
Convivimos con cientos de personas que optan por no usar ropa, gente normal rodeada de gente normal y maravillosa, en donde no somos engañados por los decorados que nos rodean en nuestra vida textil.
Nada nos diferencia ni a favor ni en contra, aparcamos nuestros complejos a la entrada y hacemos de nuestra desnudez nuestra mejor tarjeta de visita, mostrándonos a los demás como realmente somos.
Como todo, lamentablemente se acaba, pero empezamos a desear volver, a este entorno natural de naturistas en donde el tiempo pasa lento y las relaciones entre iguales se convierten en la piedra filosofal, en el elixir de la vida del propio sistema.
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