miércoles, 19 de agosto de 2009

Sueños de verano II

Caminaban con la mirada perdida pensando en sus cosas, pasaban las calles sin rumbo fijo cuando de repente sus ojos se cruzaron, fueron unos instantes en donde ambas miradas se entregaron, ajenas a sus dueños.

Ella sintió un escalofrío, mientras mantenía el paso firme luchando internamente para no mirar hacia atrás. El se paro un instante, respiro profundamente, y giro su cabeza en el mismo instante que ella hizo lo mismo y sus miradas mostraron la complicidad que sus dueños aun desconocían.

Pasaron los días y ambos recordaban la escena, su respiración acelerada indicaba cierta excitación. Ninguno de los dos provoco pasar por el mismo sitio, nada se lo impedía, pero ambos procuraban no volver ha repetir aquel momento.

La mañana era fría e invitaba a un café caliente que entonara el cuerpo, el pidió un café mientras el periódico le mantenía absorto en las noticias del día.

Desayuno o normal. Caballero – le indico una voz femenina, obligándole a elevar su mirada.

Su periódico tembló en sus manos mientras sus piernas no eran capaces de sujetarle en pie —era esa mirada nuevamente— fue incapaz de articular palabra y llevando su mano a la boca como queriendo esconder su turbación la respondió.

Nor. … normal, señorita.
Nos conocemos ¿verdad?– le pregunto totalmente confundida.
¿Se encuentra bien?, quiere un vaso de agua.

No era capaz de responder, no, no la conocía, pero deseaba tanto conocerla.

Me podría indicar el baño, por favor – fue capaz de decir con una voz titubeante, mientras un sudor frío recorría su espalda.

Ella abandono su puesto en la barra y alcanzando su mano le indico el camino, abrió la puerta y lo dejo entrar. Pasaron minutos en donde mojo su cara insistentemente e intentaba regular su respiración con pausadas inspiraciones y espiraciones.

Se encuentra mejor caballero, ¿quiere que llame a una ambulancia? – oyó tras la puerta.

Armándose de valor recompuso su camisa y seco su cara, abrió la puerta y allí estaban nuevamente aquellos ojos. Se acerco sin mediar palabra y sus miradas, participes desde el primer momento, se hicieron dueñas de la situación.

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(...)“Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.Han tomado la extraña resolución de ser razonables.Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. (...)


Jorge Luís Borges.