viernes, 14 de agosto de 2009

Despertares....

Un rayo de luz invade el sagrado territorio de su habitación profanando su torso, un cuerpo abandonado a Morfeo enmarañado a la escasa tela de un corto pijama. Sus bostezos y estiramientos indican el final de la noche y el renacer de un nuevo día, mientras la escasa tela que la cubre se recompone ocupando el lugar para el que fue diseñada.

Su vista se acomoda a la escasa luz de su habitación y abrazándose a la almohada consume el escaso intervalo que la queda para una nueva batalla contra el tiempo. Se levanta curvando su espalda lentamente como si la cama no se lo permitiera mientras sus piernas abandonan el lecho y sus pies se asientan con firmeza en el suelo, un último bostezo mientras sus brazos se estiran al unísono y sus manos se juntan entrelazándose y elevándose queriendo tocar el techo.

Siendo consciente de haber superado la primera batalla con éxito se dirige a la ventana, tras abrirla, el sol y el frescor de la mañana inundan su habitación. Se dirige a la cocina y de manera mecánica pone en marcha la cafetera, abre el frigorífico y saca la leche. De uno de los armarios altos de la cocina extrae una taza y la deposita en la encimera mientras con las dos manos alza por encima de su cuello la camiseta del pijama, y acto seguido por sus piernas desciende la única prenda que cubre su cuerpo, hace un rebujo y las introduce en una cesta.

Camina hacia al baño y tras abrir la ducha el agua reparadora la despierta definitivamente, envuelve su cuerpo mojado en un albornoz y nuevamente se dirige a la cocina en donde la espera un café dispuesto ha realizar su trabajo mientras ella mentalmente, con la mirada perdida, es consciente de que empieza un nuevo día.

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(...)“Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.Han tomado la extraña resolución de ser razonables.Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. (...)


Jorge Luís Borges.