Se elevan por encima del metro ochenta y cinco sin ayuda de tacones, sus pechos desafían a la naturaleza y su culo rompe cualquier teoría de la física moderna.
No caminan, se deslizan sobre el suelo con la misma delicadeza que una pluma es mecida por el viento, su elegancia va más allá de lo establecido, es una elegancia natural, no aprendida, que las hace caminar y moverse con la delicadeza de una gacela.
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