jueves, 9 de octubre de 2008

"...estamos en Francia..."

Una noche aterradora donde la luna escondida nos negó la tenue luz con la que nos guío en la oscuridad en otras ocasiones, un aire gélido que congela nuestras extremidades, y aun así, seguimos caminando. No hay marcha atrás en el camino emprendido, solo es posible avanzar.

Mujeres, niños y ancianos; cargados con sus pertenencias caminamos sin rumbo fijo, siguiendo al de enfrente, sin mediar palabra, caminamos lentos pero sin pausa. Nadie conoce nuestro destino, pero todos conocemos de donde huimos, no sabemos hacia donde vamos, pero todos sabemos de donde irnos.

Nos sentimos vencidos, pero no rendidos. Nuestros torpes cuerpos acusan el cansancio, el hambre y el frío intentan doblegarnos en nuestra última batalla, pero saldremos victoriosos. La columna humana se abre paso entre riscos y caminos, no somos capaces de divisar el principio ni el final de la misma, es larga muy larga.

Pasan los días y la serpiente humana crece a través de los caminos, se incorporan a nosotros, no preguntan, a veces ni saludan, solo se incorporan y caminan.

Una fuerza misteriosa nos mantiene en pie y las pocas paradas en el camino son aprovechadas para desahogar nuestros cuerpos, algo nos dice que el final esta cerca y que tanto dolor, miseria y hambre, pronto finalizara.

Una voz recorre la columna, a la velocidad del viento –“estamos en Francia, estamos en Francia”- nos abrazamos con el de al lado, gritamos, reímos, lloramos. Por primera vez en semanas damos muestras de ser humanos. 


 Creative Commons License

No hay comentarios:


(...)“Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.Han tomado la extraña resolución de ser razonables.Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades. (...)


Jorge Luís Borges.